Eros una vez –y otra vez–/Reseña
Magdalena Pérez Selvas
Muchas veces, mucho de lo que me gusta de la literatura, va más allá del texto. Es decir, sí, el texto por el texto, pero también el autor o autora, su biografía, su tiempo. Todo configura su obra. O por lo menos, eso es lo que pienso.
Así que, al acercarme a Julia Santibáñez, es como una tabula rasa. No sé nada de ella. O lo poco que sé, lo sé porque la sigo en redes. Es escritora, es editora, conductora de televisión, es egresada de la UNAM. Pero es la primerísima vez que la leo. Y wow…
Eros una vez –y otra vez– es ganador del Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti, tengo que confesar que por eso me acerqué a él, esa curiosidad inevitable que provoca el reconocimiento. Lo leí todo de una sentada.
El poemario versa sobre el amor en todo su espectro, de allí el nombre, y es, por supuesto, muy erótico, también en todo su espectro: hay ternuras y encuentros, desengaños y siniestros. Son poemas, además, contemporáneos. Quizá a mí, de manera particular, esto me llama la atención porque soy una lectora de clásicos, entonces tener de frente un verso moderno en su forma y fondo, lo recibo como algo verdaderamente novedoso.
La voz poética de Julia está claramente presente en esta realidad, pero juega con maestría con el lenguaje y esto hace que nos traslademos fácilmente a un mundo poético como desdibujado, como algo que reconocemos y al mismo tiempo estamos descubriendo.
Lo que más celebro de este poemario es eso, los juegos del lenguaje. Es claro que Julia es una amante de las palabras. Estoy leyendo con ella El Quijote, y muy recurrentemente se detiene a desentrañar un solo vocablo, sabe de etimologías y semánticas. Es evidente, además, que le gustan los sonidos, por eso Eros una vez –y otra vez– es deleitoso en toda la extensión de la palabra. Como cuando escribe:
Busco asuntarme contigo y me ipsofacto al saber que
vienes, pero luego me turulato, me indeciso, me timorato.
Cuando te vas, energumenada, me carajo hasta espumar
en la insomnidad.
Me casimente basto para infinitarme contigo, vieras.
Creo, sin temor a equivocarme, que este libro es una lectura obligada de la literatura contemporánea escrita por mujeres en México.